El arte de equivocarse
Lo sabemos. El error genera demasiada angustia, decepción, enojo. Existen familias donde esa palabra ha sido exterminada del vocabulario feliz de todos los días. Donde se crían hijos perfectos, equivocarse no tiene cabida. Es sinónimo de perdedor. Y lo sabemos: los perdedores no tienen cabida en este mundo.
El rating de la tragedia
Cuando el presidente de los venezolanos baila salsa en abierta afrenta a un país destruido que él llama “indestructible’’, sin medicinas, repuestos, libros… y con alimentos más caros que en Nueva York; cuando disfruta de la gracia sin poder articular una frase o palabra sobre sus sobrinos juzgados en Estados Unidos; cuando se burla del vaticano y de la oposición mientras torturan psicológica y físicamente a Braulio Jatar, quien es acusado por dos testigos indigentes con problemas psicológicos…
El refinado dinamitero de Milán
Siempre descubrimos algo enigmático cuando acercamos la lupa a la vida de los otros. Algo inalcanzable. Casi sin excepción somos monstruos, aunque nos empeñemos en disfrazar la apariencia y los modales. Por defecto profesional, persigo las existencias de los editores.