Caer de un Sexto Piso

Se dice que quien trabaja en lo que le gusta, realmente no trabaja. Creo que es una opinión apresurada. Cualquier oficio ofrece obstáculos que pueden hacer retroceder al más lúcido y entusiasta. Y entusiasmo era lo único que sostenía a un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas en Ciudad de México cuando…

Prefieron lanzarme de un sexto piso que trabajar en algo que no me gusta.

Se dice que quien trabaja en lo que le gusta, realmente no trabaja. Creo que es una opinión apresurada. Cualquier oficio ofrece obstáculos que pueden hacer retroceder al más lúcido y entusiasta. Y entusiasmo era lo único que sostenía a un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas en Ciudad de México cuando decidieron crear una editorial. Un par de hermanos, Diego y Eduardo Rabasa, y otro par de amigos sentían la necesidad de cubrir una pequeña demanda de títulos que a ellos mismos se les hacía cuesta arriba encontrar en el mercado, y rara vez sucedía.

Etgar Keret, joven cineasta y escritor de cuentos israelí, cuyas historias combinan la ternura y la crudeza, la candidez y el desencanto, la ilusión y la desesperanza.

“De haber sabido cómo era el medio editorial quizás no habríamos creado Sexto Piso”, me dice en chanza Eduardo Rabasa cuando nos encontramos en una esquina de Polanco en México D.F. en la que se encuentran dos calles, Homero y Arquímedes: vaya responsabilidad para una conversa sin pretensiones. Hablamos acerca de la hechura de un libro, desde que se asoma la idea (al autor o al editor), hasta que está etiquetado y exhibido en vitrina (con la mejor de las suertes). Este proceso es arduo, exige paciencia, acuciosidad, vocación, es fascinante y puede que llegue a ser gratificante, sin que esto se traduzca necesariamente en un éxito financiero. Así que quizás voy entendiendo aquello del gusto y el trabajo.

El pensamiento de Morris Berman ha sido durante años como una astilla encajada en la imagen de grandeza y autocomplacencia que profesa la mayoría de sus compatriotas estadounidenses.

Sexto Piso comienza como Casa Editorial en el año 2002. Y escribo Casa porque se ha convertido también en distribuidora de un pool de sellos editoriales que comparten juventud, carácter, contenido, riesgos, y otros atrevimientos: Gadir, Nórdica, Libros del asteroide, Libros del Zorzal, Impedimenta, Tumbona Ediciones. El sello Sexto Piso publica narrativa, ensayo (filosofía, política, cine, pensamiento contemporáneo), novela gráfica y libros ilustrados. La rigurosidad es la política de trabajo que los ha llevado a convertirse en ahijados de editores de la trayectoria de Valcorba, Calasso y Herralde, de quien han tomado una sentencia sobre el oficio: “Estar condenado a la búsqueda de la perfección”. Con más de cien títulos publicados, las colecciones Narrativa, Noesis, Clásicos, Ilustrados, crecen en la medida en que las traducciones, hallazgos recientes u olvidados, nuevas plumas hispanas, y nuevas presentaciones y formatos, cautivan a los editores y fundadores de Sexto Piso, quienes en tan sólo tres años instalaron otra sede en España.

Diego Rabasa ha explicado en varias ocasiones que el proyecto de Sexto Piso siempre ha sido apostar por la calidad del contenido, la creatividad y la iniciativa para llegar a los lectores. Y vaya si lo han logrado, los autores ganados para su fondo señalan la seriedad -y ahora sí estoy seguro de que no trabajan sino que gozan el trabajo- y el gusto por la lectura: Giorgio Colli, Albert Caraco, Henry James, Kurt Vonnegut, Walter Otto, Georges Perec, y plumas noveles como las de Emiliano Monge y Valeria Luiselli; el trabajo con libros ilustrados, novelas gráficas y comics es excepcional, la edición ilustrada de Alicia en el país de las maravillas realizada por Peter Kuper con la nueva traducción de Andrés Barba sobre el texto íntegro, es una muestra de  rigurosidad y búsqueda de perfección.

Otro destacado del catálogo.

Del catálogo destaco un par de hallazgos: Goran Petrovic, escritor serbio cuyo libro Atlas descrito por el cielo convierte la realidad cotidiana en un espectáculo novedoso, y lleva dos ediciones sólo en México; y Etgar Keret, joven cineasta y escritor de cuentos israelí, cuyas historias combinan la ternura y la crudeza, la candidez y el desencanto, la ilusión y la desesperanza. No pude contenerme y le pregunté a Eduardo el por qué del nombre de la editorial, me contó que un amigo siempre decía “mejor tirarme de un sexto piso que no hacer lo que me gusta”.

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