Coen por todos lados

Aparece un remake –a la vez divertimento– del realizador chino Zhang Yimou de la primera película de estos hermanos singulares, Sangre fácil (Blood Simple, 1984), obra que se comercializa con el curioso título de Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos. Aunque la historia es la misma y repta como una serpiente

Hombre carga una pala y su sombre se recuesta en el piso.

No deja de sorprender que un planeta cinematográfico construido con una contención, una austeridad y una inteligencia únicas en el panorama del cine estadounidense, como es el de los hermanos Coen, se haya proyectado hacia parajes remotos, como si se tratara de una enfermedad contagiosa.

Acaba de aparecer un remake –a la vez divertimento– del realizador chino Zhang Yimou de la primera película de estos hermanos singulares, Sangre fácil (Blood Simple, 1984), obra que se comercializa con el curioso título de Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos. Aunque la historia es la misma y repta como una serpiente que se muerde la cola, el Texas original ha trasmutado en un paraje desértico atemporal.

Merecido homenaje –hay que repetirlo– a una opera prima impecable, sin grasa, trabajada en el hueso de un cine de equívocos y sutilezas mayores, cuando aún eran desconocidos y nadie esperaba nada de ellos. Luego demostrarían que el género negro no era una pasión ocasional, sino una manera de mirar el mundo: De paseo por la muerte, Fargo, El gran Lebowski, El hombre que nunca estuvo allí, No es país para viejos, Quémese después de leer…

Ya habían aparecido en otros países películas que exhibían influencias de los intereses y gustos de estos realizadores por el absurdo humano y las historias policiales: Terriblemente feliz (2008), del danés Henrik Ruben Genz, y Showman’s Land (2010), del alemán Tomasz Thomson.

En ambos casos, las obras recurren a parajes remotos: un pueblo perdido en Dinamarca o en los Cárpatos. Sus protagonistas han cometido errores. Por eso pagan sus dislates en el fin del mundo. Allí, otra vez el absurdo, ese gran movilizador de la vida cotidiana, hará de las suyas para que aparezca la sangre y no pocos muertos.

Tanto Genz como Thomson resultan directores interesantes, desconocidos, con una pasión por la pequeña historia que se convierte un tema universal a través del arquetipo poderoso: la codicia, la traición, el mal respirando en cada esquina del planeta. La referencia que los une a los hermanos Coen es la configuración de obras como ejercicios de estilo notables.

Estas secuelas y guiños cinematográficos de seguidores lograron ver la realidad gracias a que estos dos hermanos convirtieron en película su tesis de grado, Sangre fácil, en 1984. Y hundieron sus ideas en el género policial americano, con humor y travesuras argumentales.

Pero hay más: 65 personas se convencieron de que tenían a dos genios al frente, cuando ellos armaron un trailer (un teaser de dos minutos) y se lo mostraron a sus posibles patrocinantes.
Inauguraron una modalidad de financiamiento, conocida como Crowdfounding. Hasta ese momento apenas habían dirigido cortos caseros y soñaban con hacer historias de terror clase B.

Sangre fácil es la historia de una infidelidad y de las confusiones que se generan cuando el marido (Dan Hedaya, en un papel absolutamente anal) de la protagonista pone en movimiento a un detective irónico y despiadado para que averigüe qué es lo que está ocurriendo con ese empleado que ha contratado para su bar y que ahora pareciera estar acostándose con su esposa (Frances McDormand).

Al revisar la filmografía policial de los hermanos Coen, uno imagina que han abrevado en las páginas de Dashiell Hammett, autor de culto al que estos realizadores por momento parecieran saquear. De paseo a la muerte (Miller’s Crossing) resulta sin duda la obra mas hameteana de todas las que han realizado hasta la fecha estos directores.

Una mínima lectura de su drama así lo confirma: la violencia salvaje; la idea capitalista de que el dinero engendra lo peor del ser humano; el recurso del protagonista que enfrenta a todos para sanear el cuerpo podrido de la sociedad; las relaciones humanas movidas por la codicia y las bajas pasiones…

Sangre fácil en cambio pareciera exhibir otros componentes, más caros quizás a Elmore Leonard, un escritor de 83 años al que estos cineastas han intentado adaptar a la pantalla en diferentes momentos (Cuba libre) sin suerte. El humor y la parodia, característicos del estilo de este escritor de Nueva Orleans, se deslizan en la trama imposible de una infidelidad que no termina bien para ninguno de los protagonistas.

Ahora la prueba de fuego la tiene el chino Zhang Yimou con Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos, una forma muy oriental de presentar el juego de cajas chinas que suelen armar los hermanos Coen cuando trabajan un guión en Estados Unidos.

Autor de Héroe y La casa de las dagas voladoras, Yimou es un realizador con un enorme talento para plasmar batallas milenarias chinas e historias de amor imposibles en obras de una enorme belleza formal.

En Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos, Yimou ha respetado el guión original de Sangre fácil en lo esencial, pero ha transformado la puesta en escena en una pieza teatral en la que las puertas adquieren una importancia suprema para la narración.

Inspirada en la opera china clásica, la película exagera el carácter bufonesco de algunos personajes nuevos que no aparecían en la trama de los Coen, como unos payasos que trabajan en el restaurant de fideos chinos. Pero las fuerzas arquetipales son idénticas en ambas producciones: el marido celoso, la esposa aguerrida y el amante guabinoso.

Sea cual fuere el destino de este curioso remake chino (los reyes de la repetición en serie), los hermanos Coen entraron hace rato en la gloria de los realizadores que deben ser imitados. Lo han logrado sin traicionar su estilo, sin ofrendar el corte final (que tantas desgracias conlleva), y sin hacer películas taquilleras para sobrevivir. Y para mayor suerte uno de los dos hermanos ha seducido a esa inteligencia afectiva llamada Frances McDormand. ¿Se le puede pedir más a la vida?   

Últimos
lanzamientos

Suscríbete
a nuestro newsletter