Cuaderno de notas | Fitzcarraldo. Azul y blanco
El editor no vio venir tal éxito. Quizás el propio nombre de la editorial da cuenta de ello, como aquel personaje de Herzog que quiso construir un teatro de ópera en el Amazonas. Luego de una experiencia laboral de pocos años en algunas editoriales parisinas y de fundar una revista, The White Review, había notado…

El editor no vio venir tal éxito. Quizás el propio nombre de la editorial da cuenta de ello, como aquel personaje de Herzog que quiso construir un teatro de ópera en el Amazonas. Luego de una experiencia laboral de pocos años en algunas editoriales parisinas y de fundar una revista, The White Review, había notado que los autores que publicaba en ella no encontraban editorial para sus trabajos. Pero la idea de hacerse de su propia editorial no llegó como una «liberación» de los organigramas de las grandes y medianas editoriales. Buscó empleo en ellas. Cuando le respondían le decían que tenía mucha experiencia como para ser asistente editorial. Y poca para ser editor. Nada que no ocurra con cierta frecuencia. Se pide experiencia a los jóvenes y se les pide juventud a quienes tienen experiencia. Si en algún caso tales condiciones se dan, lo más seguro es que esa persona no esté buscando trabajo.
De padres franceses, Jacques Testard llegó a Inglaterra con cinco años, por lo que su educación transcurrió en Londres desde entonces. El ser bilingüe le abrió las puertas de dos culturas cuyo fondo literario es inagotable. Lo intentó con el periodismo, lo intentó con la historia. Nada más que desilusión encontró en ambas. Cuando estaba entre amigos la discusión siempre giraba en torno a las lecturas que había hecho. La vocación en ocasiones es un llamado mudo: hay que tener a alguien que te señale lo obvio, pero cuando no es así, las circunstancias, el ánimo y la suerte pueden abrir el camino.
El joven Jacques pidió dinero prestado y registró Fitzcarraldo Editions. Ha asegurado que si le hubiesen contratado nunca habría creado su propia editorial. Pero no por una pose de sacrificio inmodesto por la literatura, sin gratificaciones de retorno, sino porque realmente no lo habría hecho y estaría encantado de trabajar como editor de mesa en algún grupo.
Fitzcarraldo Editions nace en 2014. Entre los libros que tenía en una lista de posibles publicaciones se encontraba El fin del «Homo sovieticus», de Svetlana Aleksiévich, a quien había leído en francés. Para su sorpresa los derechos al inglés estaban libres. Se hizo con ellos y a los pocos meses la ucraniana ganó el Premio Nobel de Literatura. La venta de los derechos a Penguin Random House Estados Unidos le permitió comenzar realmente su propio proyecto editorial. Hasta entonces, era el hombre orquesta.
Luego llegaría Olga Tokarczuk y recientemente Annie Ernaux, ambas ganarían el Nobel justo después de que Testard se hiciera con los derechos en inglés. Suerte y curiosidad, comenta a Darf Publishers. Literatura. Contemporánea. Libre de géneros y cánones. Tanto, que se ha dicho que Fitzcarraldo publica desde el futuro. Jacques Testard estaba enterado de que el mercado editorial anglófono no es dado a las traducciones. Y en esa «debilidad» encontró una fortaleza. Algunos nombres que nos son familiares y conocidos, para el lector inglés son rarezas: Alejandro Zambra, Fernanda Melchor, Carlos Manuel Álvarez, Guadalupe Nettel, Agustín Fernández Mallo. Así como para el lector hispano lo serán Kirsty Bell (Errata Naturae ha publicado quizás la única traducción al español), Clemens Meyer, Ed Atkins, Adam Mars-Jones (la nueva Temas de Hoy tiene una novela traducida), Patrick Langley o Polly Barton. En fin, material inagotable.
Fitzcarraldo Editions tiene dos colecciones, Ficción y Ensayo. Las portadas, azul añil y blanco ahuesado, respectivamente, y los títulos y nombres de los autores en su contrario en cada colección. Sin imágenes. «Tenemos una estética muy distintiva y minimalista. Al diseñador Ray O’Meara se le ocurrió desde el principio. El diseño está inspirado en la publicación continental y es en gran parte el espíritu editorial independiente. Así que nuestros libros se destacaron inmediatamente en las librerías y continúan haciéndolo porque es inusual que se vea algo así en un contexto británico. El trabajo editorial va de la mano con el diseño. Siempre tuve la intención de publicar libros que tengan una calidad literaria muy alta y mantenerlos en catálogo, la idea es que, una vez que un lector haya leído un libro de Fitzcarraldo, sabrá que es algo inusual, algo que no muchos o ningún otro editor podría publicar, una escritura que se reproduce con estilo y forma. La idea era crear una lealtad a la impronta para que los lectores decidan que pueden confiar en nosotros y que pueden comprar un libro de un autor del que nunca han oído hablar tan solo porque lo hemos publicado nosotros»,comentó Testard a Darf Publishers.
Jacques Testard, el editor que no hubiese sido, asegura que no sabía muy bien lo que estaba haciendo. Sigue pensando que publica autores y no libros. En azul y blanco.