Cuaderno de notas: Europa del este en una caja
«Al final una editorial edita lo que puede, no lo que quiere». Si no fuesen las palabras del editor de La Caja Books podrían servir para dar cuenta de la situación de muchos países de la Europa del Este. Al final, hacen lo que pueden.

13 de marzo del 2021
Por Harrys Salswach
La Caja Books es una editorial de Valencia, España, que nace en 2018 con una buena idea: agrupar en una sola caja textos afines a un tema, una suerte de contenedor de cultura. Al poco tiempo Raúl Enrique Ascencio, su editor, se dio cuenta de que ese diálogo entre libros solo es posible si la caja está abierta, si es posterior a las vinculaciones y no anterior a ellas, de esta forma, los títulos en las librerías funcionarían como libros «separados». Y de pronto, comenzaron a llegar los lectores.
Dos colecciones en La Caja Books: Alta y baja
La primera trabaja con traducciones y la segunda, con letras españolas. Ambas se decantan por el ensayo, la crónica periodística, el reportaje, las memorias. Algunos asuntos comunes vertebran ambas cajas: el desconcierto ante los cambios provocados por las guerras; los totalitarismos; la desmemoria que procuran las dictaduras; la violencia edulcorada del relativismo; la omnipresencia de las nuevas tecnologías que todo lo cubre y penetra, multiplicando los referentes en tal medida que terminan por diluirse y solo dejar desasosiego.
En especial, reúnen indagaciones de culturas con recorridos que, sin bien análogos al Occidente moderno, tienen un devenir distante, ajeno o con una suerte que no quisiéramos en una parte del mundo en donde los vecinos no procuran entrar en casa sin invitación —a menos que se trate de los cubanos—, como sí lo hace la Rusia que nunca ha dejado de ser soviética.
En Bucarest. Polvo y sangre, la reportera polaca Margo Rejmer se adentra, entre luces de neón y cemento, en la capital de la otrora Rumania socialista. Bucarest sigue mostrando los vestigios del reino de la igualdad; es una ciudad canina, por todas partes hay perros, seguramente abandonados por quienes tenían mucha prisa, anota Rejmer. En Rumania «soplaba un fuerte viento procedente de Rusia».
Los vientos siguen soplando en Barro más dulce que la miel, donde Rejmer visita Albania, la de Hoxha y la que vino después, un lugar donde «hasta al barro sabía a miel» y por supuesto «donde nadie se dormía con la certeza de despertar en su propia cama».
Los vientos siembran tempestades y dejan atrás —si es que pasan— un mundo devastado; es ese mundo al que asiste la novelista y periodista Kapka Kassabova en Una calle sin nombre, cuando decide regresar a su Bulgaria natal para intentar responder la pregunta que le hizo a su madre muchos años atrás en Sofía, cuando era una niña: «¿Por qué todo es tan feo?», era la Bulgaria de Yivkov, socialista como la de Hoxha: «un horizonte de fango y cemento (…) que condensa el espíritu del comunismo búlgaro: ideales elevados, cimientos carcomidos».
Los escritos de Hugo-Bader
Quizás, más adelante, vuelvan las cajas temáticas, pero una vez que los libros hayan tenido vida y libremente ameriten una reunión. Podría ser el caso del periodista polaco, Jacek Hugo-Bader: Diarios de Kolimá, En el valle del paraíso y El mal del chamán.
Este reportero ha hecho unos recorridos que pocos se atreverían a hacer para dar cuenta de que lo que sucede en la Rusia profunda es aun más delirante que en el Kremlin. Sus trabajos muestran la fosa común de la descomposición de un imperio, los escombros de un gigante melindroso y alcoholizado.
Los escritos de Hugo-Bader se asoman al vacío que deja la ceguera ideológica, la fe comunista que abre paso al delirio blanco (desatado por la ingesta desmedida del vodka, por cierto, título publicado en Dioptrías), un vasto territorio que, como la conocida Carretera de los Huesos, ha sido y será la tierra donde yacen los restos de la desmesura.
«Al final una editorial edita lo que puede, no lo que quiere». Si no fuesen las palabras del editor de La Caja Books podrían servir para dar cuenta de la situación de muchos países de la Europa del Este. Al final, hacen lo que pueden.
Hay un polvo de sinsentido en los vientos que soplan desde Rusia; en fin, son muchas las páginas de estos libros las que piden al lector hacer una pausa e intentar asimilar lo que puede y no lo que quiere. Para comenzar a vislumbrar un entendimiento del mundo hay que sobreponerse a los corrientazos del Twitter. En los libros se encuentran las venturas y desventuras de los hombres. Y, si son buenos libros, procuran una mirada honda, un acercamiento al ánimo de este tiempo en el que las ideas se han vuelto disparates.