La ética y la estética sucumben en un país de sobrevivientes

Adiós Miss Venezuela plantea que la crisis que ha vivido Venezuela no solamente la ha deteriorado en el plano económico, político, social, educacional y de salud sino también en el plano estético

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En Adiós Miss Venezuela la trama se desarrolla en paralelo con la vida del país, afirma su autor Francisco Suniaga y explica que es la última novela de una trilogía que conforma una especie de mural de nuestra cotidianidad, narrada desde un personaje venezolano común: José Alberto Benítez. Él es de esa generación que se preparó con la Beca Gran Mariscal de Ayacucho, estudiantes que se graduaron en una universidad élite en Inglaterra, Francia o España y terminaron haciendo otras actividades cuando su proyecto inicial fracasó.
Benítez –refiere Suniaga- logró ingresar a la firma de abogados Baker McKenzie de Caracas pero fue destituido porque se involucraba personalmente en los asuntos legales. Entonces se replegó a ejercer su profesión en Margarita pero con el tiempo se convirtió en un recolector de casos que aceptaba porque no le quedaba más remedio y, por exigencias predeterminadas del personaje de la novela, terminó siendo el abogado de los procesos que no tienen solución.
En la novela madre de la serie, La Otra Isla, Benítez es llamado a esclarecer la muerte de un turista alemán qué se ahogó en Playa El Agua y ahora debe indagar por qué la Ex Miss Venezuela, María Genoveva Herrera Becher, se suicidó. Por otra parte, la segunda novela de la trilogía, Esta Gente, narra la historia de un grupo de margariteños setentones que decide luchar por la independencia de la isla.
Más allá de la historia de los personajes, lo que plantea Adiós Miss Venezuela es que la crisis que ha vivido Venezuela no solamente la ha deteriorado en el plano económico, político, social, educacional y de salud sino también en el plano estético, afirma Suniaga. “Ahorita todo es más feo. Las ciudades son más feas, las cosas que ocurren son más feas. Hay una estética de lo horrible que está vinculada al valor principal de nuestra sociedad que es sobrevivir. La sobrevivencia como valor trae, por su puesto, un descuido de la estética. La sobrevivencia no tiene ética. Es absolutamente animal. Entonces tanto la ética como la estética han resultado demolidas en este proceso”, indica.
¿En la Venezuela actual el deterioro de que habla se podría revertir?
— Yo creo que si puede cambiar porque son procesos históricos. Seguramente, durante la Guerra de Independencia también las cosas se pusieron feas y asimismo durante la Guerra Federal y a consecuencia del Gomecismo. Vendrá un nuevo liderazgo en el país que cambiará el discurso y que motivará a la comunidad. Por ejemplo, yo comencé el proceso de educación formal 1959 que coincidió con el primer año de la democracia. A quienes pertenecemos a esa generación nos presentaron la grandeza como una opción, el progreso, nos coadyuvaron a ser los mejores, a cambiar la historia de nuestra propia familia y de hecho eso le ocurrió en muchos. Ahora el valor que se comunica es la sobrevivencia.

Adiós Miss Venezuela

Sobre la anécdota de la novela que los las posibles causas del suicidio de la protogonista, todo indica que es imposible conocerlas…
–Sí definitivamente ese suicidio es insondable – afirma Francisco Suniaga y continúa- siempre hay una explicación alternativa a la que se tiene como causa del suicidio. Incluso cuando el fallecido deja una carta, la confusión no se resuelve. Tampoco se resuelve cuando el supuesto suicida va al psiquiatra y le dice: “Mira yo me quiero suicidar” porque él requerirá muchas sesiones para identificar el complejo de emociones, vivencias, percepciones e incluso patologías de carácter fisiológico que puedan explicar por qué una persona, en un momento determinado, se agrede a sí misma.
Uno de los aspectos más interesantes de la novela es cuando, entre tantas hipótesis, se plantea que la situación del país también puede llevar al suicidio.
–Hay un paralelismo obvio entre la anécdota de la novela y nuestra anécdota del país. Fíjese esto que acaba de pasar con los billetes de cien. La única explicación que uno encuentra es que pareciera que la intención de esta medida por parte del Gobierno es dañar, molestar y perturbar a la colectividad. Tenemos cierto tiempo en crisis llevando impactos negativos, incluso más allá de Chávez, pero esta crisis se ha multiplicado varias veces durante los últimos años.
–Ciertamente – agrega el profesor universitario- hay algunas conductas sociales nuestras que son reiterativas en lo negativo , somos muy malos resolviendo los problemas colectivos a pesar de que en el plano individual lo hacemos bastante bien. La misma gente que como individuos maneja una valoración positiva de las cosas y de las personas, se torna incontrolable actuando como colectivo quizás porque nos ponemos metas demasiado grandes y nos frustramos con mucha facilidad.
¿Y esto ocurre también en Margarita?
-Si. Es un tema que ya está presente en La Otra Isla. Esa aparente afabilidad del margariteño, ese carácter amable también tiene un lado oscuro como son la desidia, la distorsión de las cosas. La inconsistencia del margariteño se manifiesta por ejemplo cuando dice: “Bueno vamos a comenzar este proyecto cultural; vamos a ejecutarlo y vamos a concluirlo con estos resultados” y, a la mitad de camino ocurre una deserción muy grande.
Los personajes de novela, generalmente son un híbrido de varias personas incluyendo al propio autor. Sin embargo “El Rey de la Belleza” en Adiós Miss Venezuela es inconfundible.
-Es Osmel Souza- dice el escritor y continúa- yo no quise nunca conversar con él. Primero porque siento que escribir sobre alguien crea una serie de expectativas que no se pueden satisfacer y segundo porque prefiero no trabar relación con ninguna persona que me inspire un personaje para sentirme más libre. No conozco a Osmel Souza. Entrevisté a gente que lo conocía mucho. Él supo que yo andaba en esto y llegó a la presentación del libro de improviso.
¿Por qué su crítica al Concurso Miss Venezuela en la novela se queda corta?
-Tuve que cerrar un poco el ángulo y tomar un punto determinado para no desviarme de mi novela. De hecho no entro en la parte de las misses como tal. No menciono a ninguna de ellas. Mi historia no tiene nada que ver con el Miss Venezuela. Además, por ejemplo, aspectos como la ferocidad de la rivalidad de las concursantes o su trivialidad, son rasgos propios de la mujer venezolana.
En la última parte de la entrevista con Francisco Suniaga, cuya novela El pasajero de Truman vendió 50 mil ejemplares, habló de otros aspectos de su más reciente publicación.Sobre la estructura literaria del texto, que le imprime una independencia poco común a cada capítulo y a cada uno de los personajes, afirma: “Son intuiciones narrativas que ni siquiera las piensas pero las reiteras en el texto”.
A propósito de la decisión de poner los personajes en primer plano dice: “Es una tendencia mía es darle preponderancia a los personajes. Aquí en este caso de Osmel Sousa el Rey de la Belleza tuve que tener el cuidado que no acaparara toda la novela”.
En la novela hay un énfasis en la descripción de paisajes idílicos de La Restinga en Margarita y en Caracas el Country Club: “¡Claro! En Margarita hay rincones donde todavía hay cierta belleza natural no intervenida que uno puede admirar en solitario”
Hay acciones y discursos de militantes del partido de gobierno que espantan: “La única gente que tiene ese discurso en el mundo son ellos, porque ni en Cuba es así. Las cosas que dicen, las hacen y yo creo que nadie que escriba ahorita puede dejar de criticar esta locura. Es que hemos llegado al final de un intento histórico por revivir un cadáver que se había muerto en 1989 con la caída de Berlín. Esto (Venezuela) es Frankestain y mientras hubo dinero el monstruo no se veía tan feo, pero en lo que faltó el dinero se le empezaron a ver las costuras”.

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