Cuaderno de notas | Sellerio, la editorial de las cosas hermosas, por Harrys Salswach
Sellerio Editore, editorial siciliana fundada por el matrimonio de Elvira y Enzo Sellerio, es el tema de este Cuaderno de Notas

«Una cultura de ideas, sí, pero en forma de cosas hermosas».
Hay editoriales (Capitán Swing, por ejemplo) cuyas portadas se muestran como carteles de luchas políticas, llamados a la rebeldía o a la revolución… llevan una ventaja enorme con respecto a otras cuyos contenidos no son de una militancia expresa, pues más de cien años de propaganda que se remontan a los inicios de la Rusia soviética, de alguna manera, nutren a un conjunto visual aguerrido, estridente, poderosamente atractivo, sobre todo para esos lectores jovencísimos, los de sesenta años y los de veintitantos.
No es el caso de Sellerio editore. O eso creo.
La línea que abre esta nota es de Leonardo Sciascia. El escritor italiano cuya obra retrató y articuló los entresijos de una Sicilia atravesada por fuerzas contrarias a las «cosas hermosas» como el fascismo, la mafia o el poder, tuvo el talento para hacer de sus libros la materialización de aquella idea. Y viene al caso porque de una conversación junto a Elvira y Enzo Sellerio nació esta bellísima editorial cuyo catálogo bastaría para hacerse con una biblioteca excepcional, que no es más que un anhelo del alma por completarse, una nostalgia de absoluto.
1969 fue el año de su fundación. Década de marcada impronta política, ideológica, militante. Esta editorial palermitana surge con modestia, con discreción. La mirada de Enzo, diseñador gráfico y uno de los fotógrafos más importantes de Europa, atenta a la realidad más inmediata, apunta a instancias más ligeras, ingrávidas, ascendentes. Y la otra, la de Elvira, su esposa, una jurista de refinada y afilada sensibilidad, reconoce la belleza de las palabras; llegó a ser conocida en Italia como «la Señora de la edición». Tras nueve años de andanzas llegaría a su mesa un libro que lo cambiaría todo: L’ affaire Moro. Y supo lo que tenía ante sus ojos. Como cuando tuvo las historias de Antonio Tabucchi o Andrea Camilleri.
Sellerio editore no tenía la intención de «desmarcarse» de la política.
No hay virtud en la moderación, no hay tal cosa a mitad de camino entre aquella y la barbarie. Lo que sí hay es el firme reconocimiento de la que la literatura (como el arte, la música, la arquitectura…) es portadora de belleza y esta tiende a lo atemporal, y hay que conservarla. La belleza provoca en el alma de quien la contempla un llamado a elevarse, sin despreciar la contingencia que participa de ese movimiento. Creo que el matrimonio Sellerio lo sabía. Pasearse por el catálogo, que llega en la actualidad a tres mil títulos, es la prueba de ello.
Leonardo Sciascia entrega El caso Moro (publicado en español por Tusquets) a Elvira y a Enzo. Cien mil ejemplares vendidos en pocos meses. El líder de la Democracia cristiana, Aldo Moro, fue secuestrado por las Brigadas Rojas, organización terrorista marxista-leninista (redundancia donde las haya). Sería asesinado y su cuerpo tirado en el maletero de un coche cuando las autoridades se negaron a negociar. Dos meses duró el cautiverio. Las cartas enviadas por Moro a su familia y compañeros de partido, le sirvieron a Sciascia, comunista y entonces diputado por el Partido Radical (Dios los cría…), para urdir un reportaje de unas cotas estilísticas que escapan al compromiso política. Es literatura.
He aquí cómo el talento puede deslastrarse de la pesada brutalidad ideológica, aunque sea en el momento de la creación.
Y esta, quizás, es la característica más notable de Sellerio editore. Y su forma, claro está, «de cosas hermosas». El azul metálico, el recuadro con la imagen y el título que varía discretamente de color. Cada colección es una variante de la colección Memoria, las imágenes son enmarcadas, como si se tratara de un cuadro. La elegancia y sobriedad se ve contenida en su catálogo (me refiero al impreso). Esta nota es solo una vírgula a una historia que daría para varios tomos.
Una editorial para adultos, sin importar su edad. Quizás, sea la levedad de la que hablaba Calvino la que hace que Sellerio no cargue con las pesadas herramientas de la destrucción en sus portadas: martillos y hoces. Sus fundadores fallecieron a principios de la segunda década del siglo XXI. Sus hijos, Antonio y Olivia Sellerio, siguen adelante con la editorial. Por cierto, el tramo de la calle donde trabajan desde hace más de cuarenta años lleva el nombre de sus fundadores: via Enzo ed Elvira Sellerio.