Sucesos del 30-A dinamitaron puentes con jerarcas chavistas para sacar a Maduro del poder
En “La patria que viene”, el dirigente político Julio Borges reveló cómo aquel pronunciamiento del 30 de abril de 2019 rompió un proceso para sacar a Nicolás Maduro del poder

Por Francisco Olivares
Una mirada reflexiva sobre el desmantelamiento de la democracia, los aciertos y los errores cometidos por líderes, partidos políticos y sociedad civil en la búsqueda de un cambio hacia la democracia; la evaluación del momento histórico que vivimos; cuál sería “La patria que viene” y cómo construirla; son algunos de los temas contenidos en el libro que fue presentado en la VII Feria del Libro del Oeste de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Se trata de un importante análisis en el que se repasan los acontecimientos políticos de los últimos diez años en Venezuela; en donde Paola Bautista de Alemán, periodista, politóloga y dirigente nacional de Primero Justicia, interroga con meticulosa precisión a uno de los fundadores de ese partido, Julio Borges, abogado, politólogo y ex presidente de la Asamblea Nacional, quien desde el exilio reflexionó sobre los errores cometidos por los partidos opositores y su propia organización, en un balance necesario para reconstruir al movimiento opositor y los caminos necesarios para establecer la democracia.
Uno de los más graves errores a juicio de Borges ha sido la “unilateralidad de las decisiones” y la agenda propia de los diversos partidos e integrantes de la oposición que se profundizaron a partir de 2017, alimentados con políticas y campañas desde el gobierno madurista. Todo ello profundizó las divisiones, lo cuales fueron la base propicia para que el gobierno autocrático consolidara su permanencia en el poder; a pesar del rechazo del pueblo venezolano y el limitado apoyo que tiene Nicolás Maduro en el electorado.
Desde su exilio Borges reconoce los errores o equivocaciones en los que han incurrido pero también destaca los aciertos y el apoyo internacional que ha recibido la lucha de los venezolanos por la libertad y la democracia. Expresa a Bautista en el libro sentir una enorme nostalgia, no por la Venezuela de hoy convertida en botín, sino por “la Venezuela que vamos a construir juntos en el futuro”
Vivimos una etapa inédita
Considera Borges que en 2022, pasada la oportunidad de Juan Guaidó y el gobierno interino, no habiéndose logrado el objetivo de cambio democrático para Venezuela, “entramos en un nuevo capítulo inédito para la lucha por la libertad del país” Considera que debemos comprender por qué, después de construir la coalición internacional de apoyo a un país en dictadura, la dinámica internacional sobre Venezuela se ha debilitado.
El ex presidente de la Asamblea Nacional destaca que aunque el tema venezolano se ha internacionalizado de manera eficiente consiguiendo la solidaridad de numerosos países y líderes mundiales, hay que tener claro que la solución al caos que vivimos en Venezuela descansará exclusivamente sobre nuestros hombros. “El camino siempre será desde dentro hacia fuera”. A su juicio ese proceso debe hacerse en unidad de objetivos, en donde no solo deben estar los partidos políticos. En ese proceso deben coincidir organizaciones no gubernamentales, la Iglesia, los trabajadores, los empresarios, los jóvenes y estudiantes. Hay que apartar las agendas personales y la ambición desmedida, que considera que eso ocurrió cuando jugadas individuales desinflaron la unidad que se construyó a partir de 2015 con el triunfo en la Asamblea Nacional.
Avance autoritario
Borges sostiene que esta lucha por la liberación ocurre en un entorno global marcado por una crisis que sufre la democracia y el avance de modelos autoritarios de naturaleza criminal. A su juicio ese contexto le ha permitido a Maduro crear alianzas que antes eran impensables, por ejemplo, con el crimen organizado y con grupos irregulares. Por ello, aclara que es importante comprender que el éxito que ha tenido la dictadura no es solo por ganar aliados internacionales que le ofrecen cierta estabilidad en el poder, sino lo más grave: “Venezuela es hoy un territorio ocupado por otros países y por fuerzas criminales. De allí que dejamos de ser un país soberano e independiente, las decisiones sobre Venezuela no las toman los venezolanos”.
Resalta que Maduro ha propiciado que buena parte de las decisiones se tomen en Cuba, en Rusia o en Irán. “Nicolás Maduro entregó nuestro territorio y nuestras riquezas a fuerzas extranjeras a cambio de apoyos que le permiten aferrarse al poder”. En su reflexión con Bautista de Alemán señala que “no estamos enfrentando únicamente a un dictador tropical. Estamos luchando en contra de un grupo de países y organizaciones criminales que impulsan sus propios intereses geopolíticos y económicos”.
En su opinión Maduro, a diferencia de otros autócratas, es un tirano que se guía por un plan político que se asienta en la demolición de los valores occidentales. “Ese es su pretexto para crear enemigos externos y aliados en el totalitarismo mundial”. Ello explica el acoso a la cultura venezolana, que la dictadura se empeñe en destruir los espacios cívicos en donde se promueve y resguarda la libertad de conciencia, la transparencia, los derechos humanos. “Lo que está en juego no es solo una empresa, comercio, o unos derechos particulares. Lo que está en juego es la esencia de la nación venezolana tal como ha sido desde la independencia hasta nuestros días”.
El tercer bloque
Un tema que aborda el libro “La patria que viene” es la estrategia de dividir a las fuerzas democráticas por parte del régimen de Maduro como un cambio sustancial en el espectro político y social que condiciona esta etapa inédita de dos décadas.
La lucha ha estado dividida en dos bloques: una mayoría prodemocrática que repelía con firmeza a la dictadura y una minoría pro-autocrática cohesionada con la corrupción, el poder y el clientelismo. Al no lograrse el esperado cambio político Maduro logró romper las tuberías que separaban las aguas negras y las aguas blancas de la sociedad venezolana y ha producido un efecto político y económico que ha sido devastador.
“Ha surgido así un tercer grupo con un falso empresariado y fuerzas políticas que simulan ser oposición, que se han mudado a una zona gris en la cual han hecho tratados limítrofes con la dictadura a fines de enriquecerse materialmente, guiados por una mentalidad de botín. De esta nueva dinámica nacen expresiones como ‘Venezuela se arregló’ o ‘la reconciliación económica’. Expresiones que describen una terrible realidad: una parte importante de la sociedad venezolana se sometió y prefiere salvarse así misma, antes que ayudar a salvar al país”, explica Borges.
En ese tema se destaca en el libro lo que ha venido ocurriendo en Venezuela en los últimos años. “Es el caso de mayor corrupción, mayor daño antropológico y mayor degradación de la dignidad humana de Occidente. Además de una dictadura, hay una cultura de corrupción, saqueo, impunidad, complicidad, botín, ostentación, vulgaridad, materialismo y nuevorriquismo que ha dañado el alma del venezolano y que no tiene parangón”.
Destrucción gradual
A diferencia de otras autocracias, el ascenso de la dictadura madurista y el desmantelamiento de la democracia en Venezuela han sido graduales. El 6 de diciembre de 2015, una oposición unida ganó la mayoría calificada de la Asamblea Nacional pero la dictadura no respetó ese triunfo. En enero de 2016, un mes después de ser electa y un días después de ser juramentada, el Tribunal Supremo de Justicia declaró que todos los actos de la nueva Asamblea Nacional serán nulos mientras siguiesen juramentados tres diputados opositores de Amazonas cuya elección fue cautelarmente suspendida. Desde ese momento se generó un proceso de desconocimiento y amputación de la principal institución democrática, se habían cerrado los caminos constitucionales para el cambio político. Además de declarar a la AN en desacato, arrebataron el revocatorio y proscribieron a los principales partidos. “El ambiente que había era de persecución y opresión”.
El 28 de marzo de 2017 la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictó las sentencias 157 y 158 en las que se anunció el retiro de la inmunidad de los diputados y se estableció que el TSJ asumiría las competencias del Parlamento. Un proceso que pudo ser considerado como un Golpe de Estado. Cuando fueron dictadas aquellas sentencias, Borges, para entonces presidente de la Asamblea Nacional, rememora que convocó a una rueda de prensa junto a varios parlamentarios de las distintas organizaciones y rompió las sentencias. Con esta acción quería expresarle al país y al mundo que se plantaban en defensa de la Asamblea Nacional y la Constitución. Relata que de allí un grupo se fue a protestar frente al TSJ y fueron duramente reprimidos. Estos hechos desataron una avalancha de protestas que pusieron el conflicto por la democracia en Venezuela en el escenario internacional. Esa sentencia desencadenó las masivas protestas de 2017 en las cuales fueron asesinados manifestantes, especialmente jóvenes, hubo decenas de detenciones y exilio.
El 30 de abril
Un capítulo fundamental que se destaca en el libro fueron los acontecimientos del 30 de abril de 2019. Un aspecto que poco se ha discutido y se resalta en este análisis es que antes de los sucesos del 30 de abril de 2019, la crisis política y económica que vivía el país, aunada a la presión internacional, había generado una gran presión sobre Nicolás Maduro y a lo interno del chavismo algunos dirigentes de peso habían comenzado a evaluar su salida y buscar un acuerdo con la oposición.
En marzo de 2019 diferentes actores de la jerarquía y militar y civil del madurismo comenzaron a tender puentes con gobiernos y con individualidades para construir una solución acordada para la crisis. “Varios jerarcas del madurismo me contactaron a mí y a otras personas. Establecimos puentes. Comenzamos a diseñar caminos para que Nicolás Maduro saliera del poder. En ese momento incorporamos a la tarea a aliados internacionales y a representantes de las distintas fuerzas policiales del país. Ese trabajo fue meticuloso, inclusivo, quirúrgico. Evaluamos las opciones constitucionales y avanzamos en la construcción de un camino institucional y de consenso hacia la democracia”.
A su juicio esa motivación a lo interno del chavismo era real ya que su principal motivación era salir ilesos ante un inminente colapso del régimen. “Querían salvar su pellejo”. Borges se reservó los nombres de esos contactos pero afirma que eran actores de alto nivel que siguen en Venezuela.
El vicepresidente de estrategia, comunicación y relaciones internacionales de Primero Justicia considera que los sucesos del 30 de abril dinamitaron esos puentes que se habían construido. Se habían logrado acuerdos políticos para la transición que procuraran garantías para los actores que colaboraran con el proceso. “El 30 de abril en la madrugada nos enteramos de la presencia de un grupo reducido de militares en el distribuidor Altamira junto a dos dirigentes de la oposición: Juan Guaidó y Leopoldo López”.
“Lo que puedo decir es que fue una acción unilateral y sorpresiva que desvió el camino que estábamos construyendo y dinamitó la opción de liberación que habíamos construido con tanto cuidado y esfuerzo durante esos meses. Porque mientras todos -incluyéndolos a ellos- veníamos construyendo quirúrgicamente un camino consensuado de cambio con altas probabilidades de éxito, ellos decidieron irse por otros derroteros. Esta acción militar unilateral no estaba prevista, nadie la conocía. Rompió y destruyó todo lo que habíamos construido”.
Para Borges las consecuencias de esos sucesos fueros devastadores para la oposición. Los vínculos se rompieron, la confianza dentro de la oposición con los interlocutores del régimen y con los aliados internacionales se vio gravemente afectada y aún no ha podido ser reparada. Después del 30 de abril todo se desinfló. No hubo más calle, no hubo más ruta. Al 30 de abril le siguió una ola represiva que debilitó a la Asamblea Nacional y en pocos días el gobierno interino tomó la decisión unilateral de lanzarse a la negociación de Barbados. “Pasamos de la conspiración a la negociación en menos de 30 días”. Una de las lecciones que considera Borges que se deben sacar de esos hechos es que la unilateralidad es un modo de acción política que aniquila las posibilidades reales de cambio político.
Corrupción y fondos públicos
Los siguientes tres años de gobierno interino son abordados por Borges cuestionando el manejo de activos de la República. Allí plantea lo inconveniente de que el sector político maneje bienes públicos. Detalla lo ocurrido con la empresa Monómeros y la investigación que realizó la Asamblea Nacional (2015) sobre la corrupción allí develada en la que resultaron responsables dos nombres vinculados a Voluntad Popular. Un hecho que lo llevó a renunciar al gobierno interino.
Julio Borges se opuso a que el Fondo Especial de Venezuela de 80 millones de dólares proveniente de las cuentas de la República en el extranjero fueran manejados por el gobierno interino.
El dirigente de Primero Justicia cuestionó que gran parte de la oposición terminara formando parte de una nómina burocrática que según sus estimaciones llegó a ser de 1600 personas trabajando en diferentes temas sin ningún tipo de sincronización o estrategia global. Esa nómina incluyó a miembros de la Asamblea Nacional. Es de recordar que ese fondo especial fue aprobado por todos los partidos. Aclara que Primero Justicia aunque se oponía acató la decisión. “Había una situación muy compleja. Los líderes de base sufren en carne propia los efectos de la crisis humanitaria. Pasan mucho trabajo, hambre, pobreza, migración forzosa y ese uso de los fondos públicos se les presentó como una ayuda para subsanar esas carencias”, indicó.
Es importante recordar que el régimen de Maduro nunca permitió el pago de los sueldos para los integrantes de la Asamblea Nacional electos en el año 2015. “Fue parte de su estrategia para asfixiarnos moral y económicamente, por eso los sueldos de los diputados salieron del Fondo Especial de Venezuela”. Considera Borges que un mecanismo transparente para manejar fondos públicos es a través de la creación de un fideicomiso manejado por terceros con reglas claras y transparentes que los resguarden de la corrupción.
La operación Alacrán
Borges también relata las gestiones del régimen madurista para comprar a diputados opositores con la llamada “Operación Alacrán” con el fin de restarle respaldo a Guaidó y la presidencia interina. El plan se inició en agosto de 2019. El diputado Alfonso Marquina denunció en enero de 2020 que le habían ofrecido 700 mil dólares a cambio de su voto en la AN. En una primera etapa lograron comprar 11 diputados de diversos partidos incluyendo a 3 de Primero Justicia. Para Borges la compra ha podido ser masiva pero no lo fue y celebra que la mayoría no tiene precio. Con la compra de los diputados se produjo también la usurpación de algunos partidos políticos cuyas tarjetas y siglas pasaron a manos de estos diputados que se autocalifican de opositores pero en realidad forman parte del entramado de esa operación.
El fin del interinato
Borges en “La patria que viene” también explica que lo que se esperaba de la presidencia interina era que se convirtiera en un movimiento de resistencia democrática y lograra un quiebre interno del chavismo, que permitiera la salida de Nicolás Maduro. Nunca estuvo en los planes crear un gobierno con burocracia.
El tema sobre el gobierno interino sigue siendo debatido a lo interno de Primero Justicia con diversas visiones. A juicio de Borges hay una verdad inocultable y es que el gobierno interino se ha desintegrado. “Lo que queda es una inercia que no contribuye a la lucha”. Señala que hay consenso en Primero Justicia y en varios partidos en que hay que ponerle fin y espera que esa decisión ayude a ver con mayor realismo el momento en que estamos y nos permita avanzar en la liberación de Venezuela.
Sostiene que “todos los venezolanos, sin excepción, tenemos la responsabilidad directa e ineludible con el proceso de liberación y democratización de nuestro país. La salvación de Venezuela nos convoca a todos y no está exclusivamente en manos de los políticos. Los políticos aunque tengan una responsabilidad mayor; el resto del país debe asumir la suya”.