Valdemar, una editorial que hipnotiza

En el cuento “Los hechos en el caso del señor Valdemar”, de Edgar Allan Poe, un hombre ha sido hipnotizado instantes antes de su muerte: así su fallecimiento se suspende, pero no el proceso biológico de deterioro y putrefacción. Es una de las narraciones extraordinarias del cuentista norteamericano, y también el nombre de una extraordinaria…

harryyyy

En el cuento “Los hechos en el caso del señor Valdemar”, de Edgar Allan Poe, un hombre ha sido hipnotizado instantes antes de su muerte: así su fallecimiento se suspende, pero no el proceso biológico de deterioro y putrefacción. Es una de las narraciones extraordinarias del cuentista norteamericano, y también el nombre de una extraordinaria editorial: Valdemar, cuyo fondo magnetiza y evita el óbito de un género.

Creada hace más de veinte años Valdemar es un referente ineludible en el mundo editorial independiente. Sus fundadores, Rafael Díaz y Juan Luis González Caballero, son editores y traductores, pero como bien han dicho en más de una entrevista la lectura es el comienzo de todo proyecto editorial, así que son lectores empedernidos. Publican lo que les gusta leer, privilegio que no fue fácil alcanzar. Con un catálogo de más de seiscientos títulos, Valdemar es quizás el único sello editorial independiente que ha combatido varias crisis del sector, ha cautivado a lectores, ha abierto una librería propia, considera a los traductores como autores, y su catálogo sigue creciendo a gusto de sus editores. Es importante destacar que este es un sello de género gótico. Pero como es un sello de “gusto”, la literatura clásica, de viajes, negra, de misterio, de aventura, también encuentra colección en Valdemar.

En un total de quince colecciones entre las que destacan Gótica, Avatares, Intempestiva, y principalmente El Club de Diógenes, Valdemar despliega el fondo más importante del género del terror en el mundo hispano (para Fernando Savater, del mundo), y desde Horace Walpole y su Castillo de Otranto, hasta la literatura gótica que escriben en la actualidad algunos españoles, el trabajo editorial es fascinante. Lovecraft (cuentos completos), Poe, E.T.A. Hoffmann, Thomas de Quincey, Defoe, Stevenson, Chesterton, Dickens, Strindberg, Irving, Maupassant, Flaubert, Bierce, Machen, Sade, Twain, y una cantidad vertiginosa de títulos (que nunca hubiesen sido traducidos al español a no ser por Díaz y Caballero) conforman el terror fascinante de pasear por su catálogo.

El Club de Diógenes –con casi trescientos títulos– es el sello bolsillo que debería ser patrimonio cultural, en un formato entrañable cosido a hilo en tapa rústica (17x11cm) y acabado mate, en papel liso de alto gramaje. Esta colección se abre a todos los géneros y contiene lo más variado de la literatura olvidada o aquella que no entra en los cánones académicos. En tiempos en que “lo gótico” está de moda  (historias que parecen los romances sangrientos de una novela rosa) Valdemar reivindica el terror, el horror, la aventura, la intriga, el suspenso, potenciando la expresión estética de un género banalizado por la impronta hormonal de los adolescentes y los ya adultos cuya capacidad intelectual recuerda el nombre de la librería de la propia Valdemar en Madrid: Opar (objetos fuera de lugar y tiempo).

Para introducir tantos autores el oficio del traductor es considerado, por los editores, tan importante como el del autor. Trabajan en Valdemar un par de traductores ganadores del Premio Nacional de Traducción: Mauro Armiño, por una colosal traducción de A la busca del tiempo perdido de Proust en tres tomos, una edición crítica anotada que incluye diccionario de personajes y amistades de Proust, localizaciones geográficas, álbum fotográfico, referencias culturales e índice de obras literarias y artísticas al final de cada tomo; y Francisco Torres Olivier, quien junto a Juan Antonio Molina Foix llevó a cabo la traducción de todos los cuentos del maestro del horror Lovecraft. Valdemar: otra ausencia que aterroriza.   

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