Cuaderno de notas: Phaidon, el arte inmortal
La Editorial Phaidon en una de las líderes mundiales en libros de arte, arquitectura, fotografía y diseño. Fundada hace casi un siglo posee en su catálogo uno de los libros más importantes sobre el arte: Historia del arte de E. H. Gombrich

23 denoviembre de 2022
Editorial Phaidon: sus inicios
Cinco años antes, en un vagón del Oriente Express, se firmaba el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial. El devenir del vagón donde se firmó la rendición es otra historia. Lo que viene a cuento es que en 1923 se fundó una editorial que se convertiría en un referente de la cultura. Europa devastada; el Imperio austro-húngaro desaparecido; Alemania preparaba la venganza. Tal vez, la belleza exigía un lugar seguro o, extraviada del corazón de los hombres, podría anidar en los libros a la espera de tiempos mejores.
Justo entonces dos judíos, Béla Horovitz y Ludwig Goldscheider, crearon Phaidon, en Viena, otrora capital cultural de Europa. En unos años tendrían que huir a Londres. A partir de 1933, la editorial va a especializarse en artes y en la historia del arte. Alemania le había declarado la guerra al mundo y en 1938 invadía Austria. Los propietarios evitan la «arianización» y procuran trasladar la editorial a Inglaterra. Al terminar la guerra el proyecto experimentó un crecimiento irregular y pasaría de un propietario a otro. La muerte repentina de Horovitz en Nueva York, en 1955, es un punto de inflexión porque, aunque la editorial continuaba con la producción de alta calidad en diseño y contenido, no se acercaba a la rentabilidad. Los libros de arte no eran rentables. Vaya, una sorpresa.
E. H. Gombrich y La historia del arte
Antes de la muerte de Horovitz se dio un encuentro azaroso y no menos afortunado que viene a desmentir la sorpresa señalada y, muchos años después, en 1990, un nuevo propietario, Richard Schlagman, relanzaría Phaidon y la convertiría en lo que siempre fue y que los tiempos oscuros casi aniquilan. Pero esa es otra historia, o al menos una a la que volveremos más adelante. En 1949, en el segundo piso de un bus londinense (conocidos a partir de 1956 como los Routmaster), el editor se encontraría con el académico y también vienés, Ernst H. Gombrich, quien desde 1936 era investigador en el Instituto Warburg de Londres. Materia novelesca donde las haya. Durante ese encuentro, del que me gusta pensar que se prolongó tanto que ambos dejaron atrás sus paradas de destino, Horovitz le propuso a Gombrich que escribiera un estudio de la historia del arte. Al parecer, el profesor no estaba entusiasmado, pero he aquí cuando los editores perseveran. El anticipo se dio por perdido.
La historia del arte, de E. H. Gombrich, ha vendido alrededor de ocho millones de ejemplares y ha sido traducida a una treintena de idiomas. Es la introducción al mundo de las artes más leída. No ha encontrado contrincante en más de setenta años en una industria editorial que no ha hecho más que crecer. Como la materia tratada, resiste al paso del tiempo. Y la mirada de Gombrich sobre el arte sigue siendo una de las más claras y entusiastas sin dejar de ser sobria y elegante. De los tiempos prehistóricos a las vanguardias, digamos de estas últimas y a su pesar, «las clásicas». Entre muchas otras virtudes, quizás sea la siguiente, de puño y letra del propio autor, la que viene a irrumpir en este tiempo de desorientación y paganías ecológicas: «… aunque no pretendo que todas la obras reproducidas representen el mayor dechado de perfección, me he esforzado en no incluir nada que considerase que no tuviera méritos propios peculiares». Gombrich, además, se propuso no caer en la tentación del gusto para no desplazar obras maestras por otras de su consideración. Criterio y juicio, palabras blasfemas para los tiempos que corren.
La edición de bolsillo es de una belleza peculiar. A diferencia de la edición adulta las ilustraciones se encuentran separadas del texto. Cada sección tiene un marcapáginas para poder señalar con facilidad las referencias. Esta separación procura una lectura distinta a la de la edición convencional. El tiempo que toma ir del texto a la ilustración insta a una mirada dedicada en su totalidad a la imagen, el vaivén no solo ralentiza para bien la asimilación sino que de alguna manera imita la propia mirada del autor: un ir y venir del arte que se teje con vinculaciones e influencias y no con «progreso». La camisa con solapas y una «ele» que enmarca el título y el autor, guardas verdes con citas elogiosas de las distintas ediciones; el papel ligero, la caja sin justificar y el estucado mate para las ilustraciones, con unas dimensiones de 11 x 18,5 cm hacen de esta edición el formato perfecto para llevar la belleza en la mochila.
Phaidon en la actualidad
Y es precisamente la naturaleza de esta edición, la primera nueva luego del fallecimiento de Gombrich en 2001, como señala en el prefacio Richard Schlagman, editor y propietario de Phaidon antes de convertirse en el emporio comercial y cultural que es hoy: «resulta más cómoda de transportar». Phaidon se ha transformado desde hace diez años —con nuevo propietario— en referente del libro de diseño exquisito, del libro-objeto coleccionable, del libro-producto de alta gama con ediciones para las marcas más prestigiosas, los cineastas más aclamados, los fotógrafos más talentosos, los cocineros más renombrados, los diseñadores más elogiados y los representantes de la cultura pop más afamados.
De alguna manera esta columna debía atar cabos. La Phaidon, pronto a cumplir un siglo de fundada, ha dejado muy atrás los exilios que vivieron sus fundadores. El vagón que los alemanes terminaron por convertir en despacho de guerra en la Francia ocupada fue destruido por los nacionalsocialistas cuando se vieron de nuevo derrotados, pero los buses de dos pisos siguen circulando. Esta edición de bolsillo de La historia del arte fue diseñada para ir con ella en tren o en bus, un triunfo de la belleza. Tal vez, Phaidon honra el origen de su nombre, aquel diálogo socrático sobre la inmortalidad del alma: Fedón.
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