Pistoleros de la dictadura
Concari rememora los años gloriosos del western spaguetti a través de un puñado de personajes que fraguan el encuentro de pistoleros reales y ficticios a lo largo de los años setenta en Buenos Aires, Roma y París.

Comienza en la Caracas del Cine Prensa de hace décadas y concluye en el Cine Prensa de la misma Caracas en la víspera del intento de golpe de Estado que impulsó Hugo Chávez al caer la noche del 3 de febrero de 1992. Apertura y final de una historia que incluye mucho cine, mucha política, algo de romance y, desde luego, un buen vino. Como en todas las novelas de Héctor Concari, esta combinación adquiere relieve en Edipo de Texas, sugestivo título para su más reciente trabajo narrativo, en la medida en que fantasía y realidad se yuxtaponen con vigor y humor, incluso con nostalgia, para contar la historia del rodaje de una película salpicada por la violencia, dentro y fuera de la pantalla. Esta vez el western spaghetti es también una novela.
Concari (Montevideo, 1956) es autor del libro de cuentos Fuller y los sobrevivientes y las novelas Yo fui el chofer de John Dillinger y Prófugos y fantasmas, con tan marcada influencia del cine que casi delatan su sostenido oficio de crítico cinematográfico. En su tercera novela rememora los años gloriosos del western spaguetti a través de un puñado de personajes que fraguan el encuentro de pistoleros reales y ficticios a lo largo de los años setenta en Buenos Aires, Roma y París. Tiempos de dictadura en Argentina, de montoneros y militares, de amores y traiciones. Tiempos de un género fílmico que creó su propia leyenda, su star system y también su declive.
Edipo de Texas narra la historia rocambolesca del nuevo film de Mario Botazzi, realizador de aquellos filmes de gunfighters a la italiana, suerte de remembranza de Sergio Leone y Sergio Corbucci, los más conspicuos representantes de un género insólito filmado en Almería con rostros de actores estadounidenses, mexicanos, cubanos, españoles y hasta un polaco. Es también la historia de Lucía, la militante argentina, de Baldoni, el asistente italiano, de Albert de Roffet, el crítico francés que estudia la filmografía de Botazzi, de Weisberg, el financista argentino, de Giorgio Giordani, el productor italiano, de Tomás Millán, el actor cubano real, y de otros personajes de la represión y la resistencia que labran el terreno del engaño, de la estratagema, de la ficción intervenida por la realidad sangrienta.
Estos seres coexisten, se persiguen, se aman y rechazan en medio de la incertidumbre de los afectos, de la política, de las obsesiones. Afirman y mienten de acuerdo con sus necesidades. El autor los confronta con humor, visión crítica y también con ternura, como un padre que comprende las conductas díscolas de sus criaturas. Como quien recuerda las viejas aventuras de estudiante con los compañeros de aulas y juergas. Hay un tono familiar en la narración que permite la cercanía del lector con un divo como Botazzi o con una chica apasionada como Lucía. Describe los rodajes, las peleas entre productor y director, los ambientes de Cinecittà, los círculos de la represión política sureña. Concari utiliza los artículos de Roffet para la revista L’Écran Démoniaque para ironizar sobre su propio oficio de analista, con sonrisa cómplice. Esa pantalla demoníaca le permite especular sobre los sortilegios de los críticos.
El escritor propone una mirada desde Caracas, en 1992, a toda esta telaraña de zancadillas y equívocos referidos a tiempos difíciles en el Cono Sur. Lo hace desde un personaje sin nombre pero con dominio de todos los detalles de la trama. Un conocedor del cine que también reflexiona sobre la política a partir de referencias nominales reales como Roffe, Marrosu, Saderman, por citar solo tres. Funciona como una memoria viva que comienza con el recuerdo de la espalda de Claudia Cardinale en un cine caraqueño que ya no existe y finaliza con el llanto de un perdedor que recuerda la traición. En la madrugada siguiente cambiaría la historia de Venezuela.
EDIPO DE TEXAS, de Héctor Concari. Editorial Dahbar, Caracas, 2016.